Citas de The Shadows

Hoy 31 de Marzo, al fin sale a la venta en EEUU The Shadows. Libro N* 13 de la saga la Hermandad de la Daga Negra que contara la historia de Trenz y Aim.

Espero que disfruten el libro quienes lo compraran en su idioma original. Por mi parte, como es habitual con algunas series tendré que esperar por la traduccion de los fans.

Ojala PRH publicara la serie en Argentina para completar mi colección.

Mientras, les dejo algunas citas que revelo la autora en su cuenta de facebook.




Selena empezó a sonreír, especialmente cuando se dio cuenta de que a veces "Te amo" podía decirse sin esas tres particulares palabras puestas en fila.

—¿Ves? —dijo ella suavemente—. Te dije que esta iba a ser la mejor noche de mi vida.


(p. 244)



—Fue tan asombroso —susurró ella—. Aún puedo sentirte dentro de mí.

Trez comenzó a caminar raro. Era eso o romperse algo que no se podía escayolar.


(p. 365)



Cita de The Shadows:

—¿Puedo decirte algo?

Ella lo miró.

—Por supuesto. Y te prometo que no tiraré ninguna lámpara más... bueno, no hay ninguna alrededor ahora mismo, pero aún así.

—Puedes tirar cualquier cosa que quieras —se detuvo y le volvió la cara hacia él, peinando su cabello hacia atrás—. Eres la persona más valiente que conozco...

(p. 430)



Terribles tiempos. Terribles tiempos.

Si las muertes venían de tres en tres... pensó aturdido. ¿Quién iba a ser el tercero?

Pag: 318



"EL BEBÉ" Ella exclamó. "El bebé está bien? El bebé?'
Instantáneamente, los ojos azul y verde de Qhuinn estaban justo en frente de ella. "Estás bien"
Como si importara algo ella misma ahora. "EL BEBÉ...!'

- Las Sombras, pg. 196 -


A veces, el mal que combatías no era nada que pudieras golpear o disparar o desmembrar. A veces no podías ni siquiera herirlo.

Y eso era jodidadmente horrible.

(p. 315)



Al menos eso lo había hecho bien.

—Qhuinn, déjame ir. Por favor. Solo déjame... ir.

El silencio fue largo, Luchas empezó a respirar tranquilo, pensando que su argumento había sido aceptado.

—Sé lo que se siente al no tener esperanza —dijo Qhuinn bruscamente—. Pero el destino puede sorprenderte.

(p. 31)



—Deberíamos concluir esta reunión ahora mismo.

—¿Por qué? Me gustaría verte. Es una petición muy simple.


Nada más lejos de la realidad, pensó él.

—¿Por qué querrías hacer eso?

—Pensé que querías tener sexo conmigo. Ese es el punto de todo esto, ¿no?

(p. 145)




Se dijo a sí mismo que el fuego era una pérdida de tiempo y de calor. Ella no iba a venir. No había forma de que viniese.

Solo iba a quedarse allí una media hora o así, siendo testigo de cómo su cerebro se hundía en un territorio oscuro y peligroso, y luego apagaría las llamas y volvería a Caldie.


A los clubs. Iría a los clubs primero y luego...

El sonido de esa chirriante puerta al abrirse lo puso rígido.

Y entonces el olor de maichen inundó el interior.

Girando la cabeza, levantó los ojos. Ella estaba de pie en la puerta abierta, su túnica ondeaba por el viento frío que corría detrás de ella.

Era a la vez un fantasma... y un alma demoledoramente vital.

Y mientras él la miraba, supo exactamente por qué ambos habían venido...



—¿Y cuándo fue la última vez que te alimentaste? —le dijo Rhage a Trez—. Te ves como la mierda.

Vishous levantó sus manos.

—Hollywood, ¿vas a meterte...

—¿Sabes? Usé a Selena esta noche y su sangre es increíble...

Todo pasó muy rápido. Un minuto, V estaba hablándole mientras él llegaba hasta el límite que la Sombra necesitaba para tomar una vena.

Al siguiente, la palma del tamaño de una raqueta de Trez se cerró entorno a su cuello, cortando todo su suministro de aire mientras el tipo enseñaba los dientes y gruñía como si Rhage fuera el enemigo.

En un abrir y cerrar de ojos, y a pesar de la desagradable herida en el hombro, Vishous contratacó a la Sombra, haciéndole un placaje con el cuerpo entero mientras Rhage aferraba esas muñecas gruesas y tiraba de ellas para liberarse. Increiblemente, eso no les llevó a ninguna parte. Incluso con los casi 137 kilos de V tratando de hacer palanca para empujar a Trez fuera y con toda la fuerza de tracción de Rhage unidos, la Sombra apenas se movía, era todo esta-pared-de-ladrillo-no-va-a-ninguna-parte.

Y entonces los tres tuvieron algo de lo que preocuparse realmente.

Rhage parpadeó y, cuando abrió sus ojos, una brillante luz inundó el estrecho y oscuro espacio de la sala de sexo.

—Joder —V apretó los dientes—. ¡Déjalo ir de una puta vez, Trez! ¡Tenemos problemas!